Equivocarse es de humanos!!

18 02 2009

 

       Un amigo mío se fue a Madrid en viaje de trabajo,  sabiendo que su novia necesitaba unas gafas para la vista y, encontrando la  ocasión de comprarle unas muy bonitas y baratas, entró en una óptica.

        Después de ver unas cuantas, se decidió por unas y se las compró… La dependienta se las envolvió y pagó la cuenta pero, al marcharse, en lugar de coger el paquete con las gafas, cogió otro muy parecido que había  al lado. El paquete contenía unas bragas que una clienta de la óptica acababa de comprarse en una corsetería. 

 

 

¿¿En qué época situarias la historieta??

¿¿En qué época situarías la historieta??

 

 

        Mi amigo, que no se dio cuenta de la equivocación, se fue directamente a correos y le envió el paquete a su novia, junto con una carta. La novia al recibirlo se quedó extrañadísima con el  contenido así que abrió la carta y leyó:

Querida  Marta:

Espero que te guste el regalo que te envío, sobre todo  por la falta que te hacen, ya que llevas mucho tiempo llevando las mismas y éstas  son cosas que  se deben cambiar de vez en cuando. Espero  haber acertado con el modelo. La  dependienta me dijo que era la última moda, de hecho  me enseñó las suyas y  eran iguales. Yo, para comprobar si eran ligeras, las cogí y me las  probé allí mismo. No   sabes cómo se rió la dependienta, porque esos  modelos femeninos en los hombres quedan muy graciosos y más a mí, que sabes que tengo unos rasgos muy prominentes. 

Una chica que había allí me  ayudó también a decidir. Me las pidió, se quitó las suyas y se las puso para que yo pudiera ver el efecto. A esta chica le lucían menos que  a la dependienta porque el pelo se las tapaba un poco por  los lados, pero aún así me pareció que le favorecían  muchísimo. 

Finalmente me decidí y te las compré. Póntelas y se las enseñas a tus padres, hermanos y, en fin, a todo el mundo, a ver qué dicen. Al principio te sentirás rara… acostumbrada a ir con las viejas y, últimamente, a no llevar ningunas… Pero sobre todo, mira que no te estén pequeñas; si no, te van a dejar señal cuando te las quites. ¡Ah! Y ten cuidado también de que no te estén grandes, no sea que se te caigan cuando vayas caminando. Para que te sean útiles y resulten más bonitas, me han aconsejado que las limpies muy a menudo. Igualmente, me recomendaron que tengas cuidado con los roces porque se acaban estropeando. Llévalas con cuidado y, sobretodo, no vayas a dejártelas por ahí y las pierdas, que tú tienes la costumbre de quitártelas en cualquier parte. 

En fin, para qué te voy a decir más… Estoy deseando vértelas puestas… Creo que éste es el mejor regalo que podía hacerte. Un beso… 

Chucho.»